El reto de encontrar el delicado punto de equilibrio para lograr hacer y a la vez que respetar
Tras el largo periodo de auto-construcción de las estructuras tangibles, Esta es una Plaza inauguró una fase más centrada en el disfrute del espacio a partir del momento en que se habilitó la zona de juego infantil, los primeros bancos para el descanso y el teatro.
Tras el largo periodo de auto-construcción de las estructuras
Este es el momento en el que casi morimos de éxito. El solar de la calle Doctor Fourquet que habitamos está rodeado de viviendas. Y la zona está considerada como una zona muy tranquila de la ciudad, donde el ruido de fondo normal es muy bajo.
De repente los niños invadieron el espacio convirtiéndolo en un hermoso playground, vivo, alegre y mucho más ruidoso en algunas franjas del día y meses de calor. El espacio rodeado de un muro de ladrillo y de edificios es como una caja de resonancia, en donde los ruidos se amplifican según va subiendo el sonido. Lo que abajo parece un ambiente tranquilo, arriba, se parece a un patio de colegio.
A eso, le sumamos la actividad cultural que empezó a ocupar el teatro recién estrenado.
Hay que confesar que las protestas no se hicieron esperar. Intentamos improvisar, sobre la marcha, varias acciones para mitigarlas –como mejorar la comunicación de las celebraciones para que no cojan a nadie desprevenido–, pero cierto es que sin muchos resultados y el deseo de tener actividad y cuidar la convivencia se convirtió en un problema apremiante. Sobretodo cuando un año tras la inauguración del teatro, nos cayó una multa por exceso de decibelios.
Entendemos que la Plaza ensaya un modelo práctico de aprendizaje cívico, centrado en la generación de núcleos de interés y actividad que recurren a la investigación como medio de solución a problemas cotidianos que surgen o a planteamientos de mejora.
Tras hablar con el vecindario y analizar los éxitos y fracasos de los diversos eventos realizados durante ese primer año, hemos procedido a elaborar un protocolo de gestión para la celebración de eventos, y hemos creado un grupo especializado para mediar en el tema.
Este nuevo grupo de eventos ha sido el encargado de analizar el problema, vincularlo con los intereses del proyecto y su ideario, y conseguir mejorar la convivencia.
El diagnóstico de los factores más agresivos para el vecindario resultaron ser los siguientes:
- Los eventos multitudinarios (de entorno a 150–200 asistentes).
- La duración excesiva de los eventos (más de 1 hora).
- Las voces en el teatro (por cuestiones de eco): especialmente interpretaciones teatrales, gritos y también los aplausos.
- La música amplificada.
- La densidad de los eventos (muchos en un periodo corto).
- El horario de los eventos: hora de la siesta y anochecer son los más problemáticos.
- También en verano, la actividad de jardín es intensa, los niñxs ya ‘queman’ bastante el cupo de ruido tolerable por el vecindario.
- Un factor más benigno detectado: en invierno cualquier actividad es menos molesta porque están las ventanas cerradas y porque el frío y lluvia disminuyen la actividad.
Valores a destacar para crear las limitaciones de las celebraciones
Para la Asamblea está claro que somos un jardín y huerto antes que un espacio de eventos y que no queremos llenar el espacio de un público que venga solo a consumir la oferta cultural, sin respetar el espacio y su cuidado. Para ello hay suficiente oferta afuera, no es interesante competir contra ella.
Sería un buen baremo para poner límite al tipo de actividades, excluir las que no cumplan con el ideario de base, es decir, con los siguientes ejes de actuación: fomentar la sostenibilidad, crear de tejido social a través de la cultura y fomentar las pedagogías compartidas.
Otro punto importantísimo, de gran ayuda para reducir las propuestas, es que no se puede recaudar dinero en la Plaza, salvo en ocasiones muy puntuales, donde se identificaría el destino de la recaudación (casi siempre la auto-financiación, en 2 ó 3 eventos al año como máximo).
Y también, de ninguna manera, las personas individuales pueden cobrar en la Plaza por su trabajo, ya que ha de ser voluntario, una aportación a esta construcción colectiva. ¿Por qué ha de cobrar un músico, aunque sea con la gorra y donación voluntaria, y no cada una de las personas que invierten su esfuerzo en que el espacio esté verde y bello? ¿Es menos artista el/la jardinero/a que el que hace un espectáculo? Rotundamente no.
Es primordial, también, que las medidas que vayamos a crear, no nos conviertan en policías y deberían ser muy fácilmente implementadas mediante el sentido común. Por experiencia sabemos que las medidas que ejercen un poder autoritario sobre la gente, de forma excesivamente coactiva, crean situaciones un tanto violentas con el público desprevenido, y que ningún miembro del proyecto está realmente predispuesto a enfrentar.