Echando la vista atrás 15 años ...ESTA ES UNA PLAZA, MADRID DIRECTO 27 MAYO 2009
y a punto de celebrar nuestro 16 cumpleaños
c/ Doctor Fourquet 24 - PLAZAS LLENAS EN SOLARES VACIOS
Echando la vista atrás 15 años ...ESTA ES UNA PLAZA, MADRID DIRECTO 27 MAYO 2009
y a punto de celebrar nuestro 16 cumpleaños
El proyecto "HOME" realizado en un huerto urbano "Esta es una plaza", barrio Lavapiés, Madrid.
Realizado en el 2012, una bonita revisión de hace 12 años
Las ciudades contemporáneas ofrecen grandes posibilidades y retos de desarrollo personal y social, pero al mismo tiempo, conforme su extensión y la densidad de su población aumentan, se presentan tanto más inabarcables e incomprensibles, y en ocasiones incapaces de ofrecer una vida y una convivencia amable para los ciudadanos. Sea como unidad económica, como unidad política, como unidad demográfica, como unidad cultural, como unidad social, lo que caracteriza la ciudad contemporánea es la enorme complejidad, la necesidad de una continua negociación social capaz de conciliar intereses dispares, tanto públicos como privados. Dentro de los principios de las sociedades democráticas, el bien común prevalece frente a los intereses de índole privado, y, de acuerdo a la legislación internacional, las administraciones públicas, en sus diferentes ámbitos se encuentran comprometidas con la defensa de ese bien común por encima de los intereses ideológicos o financieros. Es responsabilidad de los poderes públicos la defensa y la protección del espacio y del patrimonio público, tanto natural como cultural, material o inmaterial.
Sin embargo, incluso en sociedades democráticas, las grandes cifras, los intereses globales, las políticas generales, los planes estratégicos, restringen o a menudo olvidan las políticas de proximidad, lo real de la vida cotidiana y los intereses de los ciudadanos. La ciudadanía corre el riesgo entonces de convertirse en sujeto pasivo de las imposturas omnipresentes de la publicidad, en unidad de financiación de los servicios, y en objeto de las políticas de las administraciones locales, a su vez sobredeterminadas por intereses contrarios a lo común.
La ciudadanía está comprometida también a preservar ese patrimonio y ese bien común, incluso cuando las administraciones públicas, por sus propios compromisos o necesidades, puedan olvidar la naturaleza pública inviolable de esa propiedad. Si bien la estructura de la representación social se despliega mediante instituciones de administración pública, la titularidad y la responsabilidad final recae en la propia ciudadanía, que debe velar por un buen uso común de lo comunitario. Las iniciativas y las normativas implantadas por las Administraciones, por muy razonables o consensuadas que sean, resultan insuficientes para constituir una vida social armónica y una ciudad plenamente habitable sin el compromiso activo e interiorizado de los ciudadanos, responsables últimos de la calidad del espacio social.
La crisis de legitimidad de ciertos sistemas de representación política, la necesidad de reconsiderar algunos de los fundamentos de las sociedades del desarrollo y las formas de socialidad, la tendencia a pensar la vida de acuerdo a políticas comunitarias de proximidad, sostenibilidad, y negociación, el impulso para habitar la ciudad de modos solidarios y creativos, hacen que cada vez surjan más iniciativas ciudadanas basadas en la responsabilidad y en el deseo de participación, no tanto en la uniformidad –laboral, cultural, económica- sino en la diversidad de núcleos cívicos responsables y deseosos de establecer relaciones fructíferas de intercambio y servicio.
La concentración demográfica en grandes ciudades supone además una importante concentración de talento y creatividad que contribuye inequívocamente a la prosperidad y la felicidad, haciendo ciertas ciudades especialmente atractivas. Algunos de los factores que convierten ciertas ciudades del mundo en “ciudades creativas”, inteligentes, vibrantes, ecuánimes y habitables son:
- La existencia de espacios y tiempos que propicien una existencia barrial viva, que facilite las relaciones e interacciones interpersonales, interprofesionales, interculturales…
- Un espacio cívico habitable y bello, que integre parques, jardines, paseos, lugares de reunión, huertos urbanos y, en general, que favorezcan una buena calidad de vida y un aprovechamiento de la climatología;
- La coexistencia y convivencia de formas de diversidad, tanto cultural como biográfica, así como la existencia de espacios y medios que favorezcan la vida cotidiana de personas de todas las edades y condiciones —acceso a la vivienda, eliminación de barreras arquitectónicas, vías peatonales y cicloturísticas, densidad de tráfico, etc.—
…Estos factores explican la proliferación en todas las grandes ciudades del mundo, de espacios e iniciativas ciudadanas, ajenas a intereses mercantiles y promovidas por grupos cívicos, asociaciones y organizaciones, que hacen realidad el sueño de comunidades activas de aprendizaje recíproco y espacios autogestionados. Todos ellos brindan un ejemplo vivo de administración popular dirigida al bien de la comunidad. Todos ellos muestran los beneficios personales y sociales que provienen del ofrecimiento desinteresado de muchas personas para el surgimiento, el establecimiento y el crecimiento de estos espacios, tanto más valiosos cuanto puedan servir para educar a una nueva generación de ciudadanos más responsables, sabios, cívicos y creativos.
No habitamos porque hemos construido, sino que construimos y hemos construido en la medida en que habitamos, es decir, en cuanto que somos los que habitan.
—Martin Heidegger. Construir, habitar, pensar
Los seres humanos no sólo viven en sociedad, sino que crean sociedades para vivir.
—Maurice Godelier. Lo mental y lo material
La acción de habitar en el sentido humano desde siempre pone el acento sobre la apropiación y la adaptación del ser humano a su entorno: el hábitat. El hábitat, en su concepción más amplia, es el lugar físico habitado por el ser humano quien, a través de prácticas transformadoras, lo configura. El hábitat es, también, el espacio resignificado y reconstituido por la cultura. En términos antropológicos, los asentamientos humanos suponen respuestas relativamente estables a las condiciones del habitar: la instrumentalización del medio ambiente, las relaciones sociales y afectivas, las formas de representación, el lenguaje y los símbolos… configuran nuestro habitar en el mundo.
Los aspectos negativos que se derivan de la mala gestión del hábitat son, tanto la contaminación biológica que afecta al medioambiente –aire, agua, suelo y seres vivos– como la contaminación psicofísica que tiene que ver propiamente con el ser humano y su estar en un determinado ambiente. Hay ciudades y zonas dentro de las ciudades donde vivir, permanecer o sencillamente pasear resulta más agradable que en otras; de ahí que de estar en uno u otro, resulte un privilegio. Un ambiente no puede evitar comunicar estímulos emocionales a los habitantes, por eso, tan fundamental es la conservación del medioambiente como su recuperación en términos de relación entre el espacio y su función social.
Las formas de organización, las estructuras simbólicas, los principios y las formas de socialización son escisiones de los vínculos sociales que tejen el espacio público. De modo que la tendencia a considerar la vida urbana desde una perspectiva exclusivamente privada –como es la actual– contribuye a disminuir la participación del ciudadano en el espacio público, afectando directamente a la conformación de su identidad colectiva.
Conforme la responsabilidad queda delegada en organismos y administraciones, resulta más acentuado el deterioro progresivo de la función social y la desatención del espacio público con los compromisos ciudadanos que éste conlleva. Sin embargo, sólo la implicación personal y activa de los ciudadanos puede propiciar un modo de habitar socialmente armónico y estable, y sólo cuando cada ciudadano se siente partícipe y responsable del espacio público, la atención y el cuidado se intensifican y los ciudadanos contribuyen desinteresadamente al bien común. En definitiva, la calidad del espacio público es proporcional a la implicación social de sus ciudadanos respecto a la construcción de la ciudad.
Entendemos el espacio público como parte de un espacio colectivo más amplio: aquel que es generado, transformado y habitado por lo colectivo. El espacio público tiene un papel protagonista en la construcción del espacio colectivo, ya que sólo a partir de aquel es posible restituir todo el sentido a la amplia serie de actividades que forman el conjunto de la vida colectiva, cada vez más dominada por la iniciativa privada y el capital privado.
La idea de poder intervenir mediante la toma de decisiones en la construcción y transformación del propio hábitat está fuertemente vinculada al concepto de desarrollo humano, según el cual, al hombre, al ser humano, no se le considera meramente como instrumento/objeto en la cadena de producción de bienes de consumo, sino siempre y, sin excepción alguna, beneficiario/sujeto del proceso de desarrollo.
Si el desarrollo humano, según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), suele definirse como el alcance de una vida larga y saludable, con acceso al conocimiento y a los recursos necesarios para un nivel de vida decente. A estos tres factores, hay que agregar, en palabras de Amartya Sen, la libertad política y social –en términos de participación y de oportunidades– para la creación de un ambiente propicio en el que las personas, tanto individual como colectivamente, puedan desarrollar todas sus potencialidades y contar con una oportunidad razonable de llevar una vida creativa conforme a sus necesidades e intereses. El desarrollo humano, en definitiva, no puede referirse solamente a la satisfacción de necesidades básicas, sino también al desarrollo como un proceso integral dinámico de participación.
Este proceso implica devolver el protagonismo real a las personas. Como definiría Max Neef, se trata de una visión a escala humana del significado de desarrollo que requeriría de una transformación estructural de abajo a arriba y un cambio en las políticas para generar y asignar recursos con el fin de fortalecer a las organizaciones locales y mejorar su nivel de independencia. Esto exige revisar las ideas tradicionales en torno a los recursos y pensar en formas alternativas para identificarlos y movilizarlos, dando relevancia a los recursos no convencionales, es decir, sin valorarlos en términos de coste, oferta y demanda sino poniendo en evidencia su dimensión cualitativa y su valor para movilizar potencialidades sociales como la creatividad, las sinergias, la identidad, la solidaridad y el saber popular.
Desde esta reflexión en torno al concepto de desarrollo, la participación ciudadana emerge como el instrumento esencial para influir en la satisfacción de las necesidades ciudadanas y fomentar el control crítico del individuo y de la sociedad. Es pues necesario, desde este enfoque, devolverle a la mirada su escala humana y prestar atención a aquellas iniciativas locales de intervención social para la mejora del hábitat. Son éstas, iniciativas que buscan la relación de actores y usos de forma más cercana y reconocible por los ciudadanos, que ponen en práctica la sostenibilidad social de las ciudades y hacen efectivo el derecho a la ciudad por parte de todos.
Bajo esta óptica, el proyecto Esta es una Plaza defiende la acción local –desde lo cercano y cotidiano del barrio–, como modelo de reproducción social. Para la administración, esto supone, por un lado, asumir que los ciudadanos son sujetos titulares de derechos con capacidad para mejorar sus barrios, por otro, entender que los barrios son entidades vivas y organizadas, y, por último, reconocer el alcance de la acción participativa sobre la vitalidad urbana.
Es parte también del proyecto Esta es una Plaza la construcción de un tejido social impulsor de nuevas relaciones entre los participantes que permita el intercambio (de conocimientos, puntos de vista, informaciones, métodos de trabajo, etc.), a través del cual sea posible consolidar la idea de un grupo con fuerza para promover cambios a favor de objetivos comunes. El todo se basa sobre la construcción de consensos (1) y la construcción social del conocimiento (2).
(1) Los modelos tradicionales de resolución de problemas y toma de decisiones de carácter procedimental y mayoritario –que muy a menudo llevan a decisiones no compartidas, minorías infelices y soluciones pobres– tienen que dejar espacio a la experimentación de procesos en los que ir más allá de las fórmulas típicas para la creación de un debate creativo que permita generar las bases de un trabajo colaborativo de larga duración. Estos nuevos modelos (procesos deliberativos) son orientados a la horizontalidad y a la interacción, construyen de forma conjunta problemas, necesidades y soluciones y ponen en valor la cooperación y la reciprocidad.
(2) El paradigma de simplicidad del conocimiento opera mediante principios de separación, reducción y abstracción. O bien separa lo que está ligado (disyunción) o bien unifica lo que es diverso (reducción). Del pensamiento simplificador y su principio de disyunción se deriva la separación entre campos de conocimiento y su estructuración basada en su división en disciplinas tendentes a la autonomía a través de la creación de su propio lenguaje y el desarrollo de sus técnicas. Esta híper-especialización constituye un obstáculo para el propio desarrollo del conocimiento y supone su institucionalización, lo que monopoliza el conocimiento que la sociedad considera legítimo. Frente a eso, es necesario producir el conocimiento como un hecho colectivo cuya confrontación de ideas permita construir puntos de vista diferentes que se alejen de la objetividad en favor de la reflexión compartida. Las prácticas de participación imponen un cambio desde la híper-especialización del conocimiento que simplifica la realidad y separa las cosas de su contexto hacia la interdisciplinariedad que produce innovación y que tenga en cuenta los saberes informales y populares, esto es, aquellos saberes que vienen desde la práctica y la vivencia de un territorio.
En definitiva, el proyecto y la experiencia de Esta es una Plaza, apuesta por el fomento de la cultura participativa a partir de prácticas, espontáneas u organizadas por los habitantes, de construcción de la ciudad y de uso y transformación del espacio, que pongan en marcha nuevos sistemas de valores y permitan experimentar con instrumentos de participación directa, auto-organización, auto-gestión y auto-recuperación, requiriendo siempre la invención de nuevas relaciones entre los seres humanos y entre estos y el medioambiente y la técnica. Prácticas en las que las formas de relación son más importante que los contenidos y donde lo marcadamente trasformador radica en el cambio de estas formas de relación, creando nuevas redes y espacios de comunicación basados a menudo en las emociones, la confianza y la afectividad, y, por ello, capaces de contrarrestar los efectos de masificación del pensamiento único de la sociedad individualista.
Por último, la construcción del proceso participativo de Esta es una Plaza tiende a crear las condiciones y a saber conjugar los siguientes valores:
QUERER PARTICIPAR: fomentar el sentido de pertenencia, identidad y afecto para motivar a las personas a incorporarse al proceso.
PODER PARTICIPAR: crear foros donde se pueda construir, tomar decisiones y gestionarlas. Estos foros pueden tomar diferentes formas: asambleas, jornadas de debate, espacios informales de discusión, etc.
SABER PARTICIPAR: trabajar la formación y el intercambio de saberes, para provocar saltos de lo individual a lo colectivo.
CULTURA Y EDUCACIÓN
Estratos geológicos, fondos marinos, depósitos arqueológicos, vías de comunicación, calzadas, estaciones, fondas, cultivos, asentamientos, emigraciones, inmigraciones, conflictos, renovaciones, industrias, fiestas, memorias… Una cultura es el resultado de su historia. Desde las ciencias sociales, el concepto de cultura incluye todas las formas de transmisión por procedimientos no genéticos: una «cultura material» (tecnologías, objetos, dispositivos), unas construcciones simbólicas (sistemas de lenguaje y de conducta, reglas, costumbres, relatos, etc.), un sistema de vivencias (un régimen perceptivo, unas formas de imaginación, unas estructuras psicodinámicas y emocionales, etc.)… y, en definitiva, todo lo que constituye causa y efecto de la socialidad humana: sus relaciones sociales e interculturales –propiamente humanas- y sus relaciones con el medioambiente. Desde esta perspectiva, la sociedad es simultáneamente agente, proceso y resultado de la cultura. Y la cultura un sistema y un proceso continuo de aprendizaje.
Dentro de esta acepción antropológica, se incluyen diferentes contextos culturales especializados y que identifican campos del saber y la actividad humana: la cultura rural, la cultura urbana, las diferentes culturas territoriales o epocales, y también la cultura como un sector específico o profesional (que incluye las artes).
Esta es una Plaza es una iniciativa que asume esta identificación sustancial entre cultura y educación, ofreciéndose como proceso distribuido de creación cultural. Esta es una Plaza abre en la ciudad un espacio para reconocer y recuperar cierta tradición de cultura cívica, como una red de vínculos donde todos trabajan para todos, donde todos aprenden de todos, intercambiándose todo aquello que cada uno necesita, alimentando los anhelos propios y ajenos. Por eso la civilidad implica la implicación social, una complicidad por encima de las diferencias de interés, o que integra los conflictos de interés en el orden superior del desarrollo convivencial. Ello no conlleva la eliminación de los conflictos en una suerte de paraíso irrealizable, o bien de una “inclusión social” que elimine las diferencias. Muy al contrario, la civilidad se articula como vínculo polémico y crítico entre identidades y diferencias, entre competencia y cooperación, entre la cultura y su futuro.
Culturalmente, una ciudad es un artificio de supervivencia, cumpliendo funciones de protección, provisión, etc… Pero una ciudad excede su dimensión «funcional», en tanto supone una creación social, una experiencia cívica, un laboratorio de ensayos de convivencia que incluye conflictos y desencuentros. Más allá de la cultura, la ciudad contiene una dimensión o posibilidad artística. Esta consideración supone el paso de la noción de ciudad-mecanismo, a una ciudad-organismo, a una ciudad-obra, a una ciudad de excelencia, no definida desde su “normalización” sino desde su singularidad, desde su pluralidad.
Desde esta perspectiva, tratamos de implicar cambios significativos en la vida cultural de la ciudad desde los objetivos que se establecen en la Asociación y en el proyecto. Nuestro proyecto no tiene como último propósito dar acceso al ciudadano a ciertos servicios, actividades e infraestructuras, sino que es un espacio didáctico para la creación cívica que favorezca el incremento de un diálogo social y cultural de los ciudadanos y la administración.
La vitalidad democrática de una sociedad depende de la cultura política de sus ciudadanos, esto es, de sus competencias en términos de pensamiento, opinión, decisión, e imaginación, y de su disposición participativa y responsable. Por ello, la administración pública también tiene la responsabilidad de promover el incremento de la cultura cívica y colaborar con las iniciativas ciudadanas en procesos que incrementen la conciencia cívica para la convivencia activa. La didáctica social no se limita a la difusión de mensajes o la provisión de acceso a infraestructuras, sino que implica –tanto para los ciudadanos como para las administraciones, y mediante la participación-, favorecer el desarrollo de una cultura cívica, de un aprendizaje colectivo. El proyecto Esta es una Plaza se produce, de hecho, como un experimento cívico, como un laboratorio de ensayos de convivencia, con fisuras conflictivas, encuentros y desencuentros, como un ensayo de generosidad y de apuesta por lo común que trasciende los modos más convencionales o formalizados de participación, ensayando sistemas de didáctica social distribuidos.
DIDÁCTICA SOCIAL Y COMUNIDAD DE APRENDIZAJE
El espacio de Esta es una Plaza es fundamentalmente un lugar de encuentro y de aprendizaje colectivo para el vecindario donde se intercambian saberes y afectos. Se trata de un espacio de convivencia intercultural e intergeneracional dado que la dinámica que se ha desarrollado y potenciado en el mismo aboga por este tipo de encuentros. Toda la actividad de la Plaza está inmersa en el espíritu de participación colectiva y práctica vecinal autogestionada. Esta iniciativa se vincula a los tiempos de ocio y por lo tanto llega a formar parte de la vida cotidiana de las personas.
Entendemos que Esta es una Plaza ensaya un modelo práctico de aprendizaje cívico, centrado en la generación de núcleos de interés y actividad que recurren a la investigación como medio de solución a problemas cotidianos que surgen o a planteamientos de mejora. Además se propicia un sistema de aprendizajes que en muchas ocasiones es resultado de generosas iniciativas individuales puntuales, pero que en otras muchas es consecuencia de procesos creativos distribuidos o en cascada, donde las múltiples aportaciones se articulan para propiciar dinámicas colectivas de aprendizaje recíproco.
Desde su organización y su dinámica, el espacio proporciona el lugar para esta práctica, y transmite por sí mismo un modus operandi del ideario del proyecto. Las actividades nutren las ideas y las dotan de experiencia, creando intersecciones entre la cultura urbana y la cultura rural, entre culturas autóctonas y foráneas, entre experiencias profesionales y vivencias personales... La plaza proporciona una serie de zonas y actividades generadores de actividad que favorecen la colaboración y participación en torno a los mismos, estas zonas surgen como resultado de planteamientos generales de planificación; huerto, jardines, compostaje, construcción de un teatro, áreas de juego infantil y de crianza compartida… pero también como propuestas realizadas por intereses concretos (bicis, radio, bioconstrución,…) resulta especialmente interesante la porosidad e interrelación entre estas zonas lo cual favorece, como resultado, aprendizajes de tipo interdisciplinar.
El proyecto que se desarrolla en Esta es una Plaza tiene una gran componente educativa y divulgativa de valores cívicos y ecológicos, al ser un espacio donde se fomenta el mantenimiento sostenible mediante el compostaje de elementos vegetales, el reciclado de materiales, y su reutilización creativa en talleres colectivos.
Es importante además el fomento de encuentros inter-generacionales que permiten acercamientos entre niños, jóvenes y mayores improbables en las ciudades y las formas de vida actuales. Estos encuentros permiten una transmisión didáctica recíproca de saberes del pasado, de presente y del futuro.
Esta es una Plaza fomenta la constitución de una comunidad de aprendizaje, un acontecimiento didáctico que se define y se actualiza permanentemente, como un ente vivo que se nutre de aportaciones comunes y personales desinteresadas que dan cabida tanto al ámbito afectivo como al político desde una postura de dialogo y debate constructivo y consensuado. La fuerza didáctica del espacio comunitario proviene de su proceso de desarrollo:
a. Un espacio para una cultura compartida: Compartimos nuestras experiencias y opiniones. Las compartimos a través de la observación, la escucha, conversando e interactuando. Esta puesta en común une a las personas al proporcionar experiencias e ideas comunes.
b. Utilización de la cultura para integrar y crear. Se trabaja la expresión pública.
c. El espacio transmite el modus operandi de nuestro ideario. Las actividades nutren las ideas y las dotan de experiencia.
d. Una escena abierta a todos y a la improvisación de la ciudadanía: Por ejemplo en nuestro espacio se improvisó que fuera el jardín de los bebés del barrio. Nadie lo había previsto, pero naturalmente, los progenitores encontraron en la configuración del espacio el lugar idóneo en el barrio para estar con niños de 0 a 3 años por las condiciones difíciles de encontrar en la ciudad (un lugar cerrado, seguro, amable, natural…)
e. Una escena para compartir unos valores colectivos vivos y siempre a debate.
f. Una escena para conocer a los vecinos. Cada vecino viene con su mejor cara a ofrecer lo que mejor sabe a hacer a la colectividad, lo que permite generar modos de colaboración para el bien común. Esto crea una escena de conjunción de saberes y experiencias que incrementa el nivel de conocimiento de la colectividad.
g. Pero a grandes rasgos dominan varios tipos de aprendizajes: medioambientales / reciclajes / compostajes, de destrezas varias (tejido, carpintería, mecánica, construcción...), organizativos y políticos (asamblearios, autogestión, de ciudadanía activa), culturales (artísticos, urbanísticos, ...), afectivos (tejido social, inclusión, intergeneracionales, …, de sentimiento positivo constructivo).
h. Un modo de realizar el aprendizaje de manera voluntaria, desinteresada, participativa, etc, esto supone acuerdos mutuos, encuentros, debates, intercambios, aprendizajes colaborativos, en cascada, distributivos, etc.
A tenor de los comentarios que recibimos a diario por parte de los vecinos, paseantes y los cada vez más numerosos turistas que se acercan a visitarnos, así como el reconocimiento que esta experiencia cultural y didáctica ha adquirido en el ámbito universitario y cultural, nuestra iniciativa y actividad se plantean como una alternativa interesante que proyecta una imagen activa y positiva del barrio y por extensión de la ciudad y de sus ciudadanos, a los que ven implicados en el cuidado de la misma.
DANA HERMAN (@danush.ka) residente en raro_mad (Programa de Residencias Artísticas) terminó su residencia realizando un mural en Esta es una plaza (Lavapies) en colaboración con @madridstreetartproject
Esta es la obra con que el artista Manu Cardiel nos hace viajar ... ¿a dónde te lleva a ti?
Muchas gracias!
Esta es la obra con que el artista Daniele Gregorini nos deja este mensaje en forma de mural - Stai tranquillo, qualcuno proverà a salvarti (No te preocupes, alguien intentará salvarte.)
Muchas gracias!
Solo recordar que cualquier solicitud para realizar murales se puede enviar a estaesunaplaza@gmail.com para consultar los espacios disponibles. Hay 2 murales permanentes pero casi todo el resto, tras 6 meses de permanencia, son lugares factibles.