AJEDREA (SATUREJA SPP.)
LABIATAE
Primas del romero o los tomillos, las ajedreas son un grupo de hermanas que, como casi todas las integrantes de las familias de las labiadas, poseen flores cuyos pétalos se sueldan en un tubo que termina en dos “labios”. El labio inferior ofrece a los insectos polinizadores una estupenda pista de aterrizaje desde donde acceder al néctar que la flor ofreces e como recompensa.
Las ajedreas han siso un condimento muy apreciado a lo largo de la historia desde la Península Ibérica hasta Irán, sus hojas frescas o secas se han empleado para alegrarnos las papilas gustativas. Entre las combinaciones más típicas se hallaba su uso en salsas con vinagre, así como en platos con habas, guisantes u otras legumbres (de ahí que en otros idiomas se le llame “hierba de guisante”).
También es perfecta para aliñar aceitunas; de ahí que también se la conozca como "hierba olivera".Este maridaje tiene un sentido más allá de su mero sabor: si las legumbres son famosas por ayudar a la producción gaseosa en los intestinos, las ajedreas tienen propiedades digestivas y carminativas, que ayudan a disminuir la flatulencia de la legumbre.
Puede emplearse tanto la hoja como la sumidad florida para aderezar guisos, quesos, carnes asadas o embutidos, algo interesante, pues hay indicios de que su aceite esencial tiene efectos conservantes y antimicrobianos.
La ajedrea también figura entre las hierbas que aromatizan licores populares como la ratafia o los vermús, es probable que, junto con otras plantas, se empleasen en vinos del Egipto faraónico.
Existe una curiosa creencia alrededor de las ajedreas que han convivido más íntimamente con nosotros: como mínimo desde tiempos medievales, las hemos considerado afrodisiacas, hasta el punto que su mismo nombre, satureia, provendría ya de los calores lascivos que provoca su ingesta, ya de los sátiros, criaturas mitológicas que son el símbolo de la lujuria.
Estas etimologías populares, aunque no necesariamente correctas, indican qué connotaciones tenía (y tiene) la ajedrea: de hecho, en algunas regiones españolas pervive la idea de que “la criaban los frailes en los conventos para comérsela antes de hacer el amor”. Sabemos con seguridad que se cultivaba ajedrea en los monasterios al menos desde tiempos medievales y desde los Balcanes hasta Suiza, sin embargo, es más difícil de asegurar que fuese por sus supuestos poderes afrodisiacos.
Curiosas son también sus asociaciones con la sabiduría y la memoria; se considera una buena ayuda para los estudiantes en lugares tan alejados como Polonia y la Península Ibérica; colgarla en casa, en cambio, ha sido remedio apotropaico (que aleja el mal) contra el mal de ojo en algunas regiones italianas.