Como varias de vosotras os habréis dado cuenta, en algún rincón
detectado de la plaza, unos himenópteros han plantado un campamento.
Conocidos por muchas de nosotras desde la infancia como avispas.
Tratemos
de ver, en lo que podría considerarse un problema, percibir una clara
oportunidad. Lo primero que podría venirnos a la mente es: cómo
deshacernos de ellas. Son enemigas nuestras desde la infancia, en que
pudimos experimentar los efectos de su picadura. Pero veamos si podemos
aprovechar esta situación para obtener una fuente de experimentación y
conocimientos.
Quizás alguna plazera sabe algo
sobre ellas, podría comunicarlo. Puede que exista alguien que conocéis,
que le gustaría experimentar con ellas, cómo decirles amablemente que se
vayan a otro sitio, domesticarlas, consiguiendo que no se reproduzcan
más. Habrá gente que esté redactando tesis al respecto...
De
momento, en el jardín, están entretenidas con las hojas de un árbol
frutal y tal.
Pero puede que se aburran en un momento dado (no soy
etóloga de heminópteras) y se pongan a investigar sobre las delicadas
epidermis de esos pequeños investigadores bípedos que andan pululando
por ahí..., es posible que alguno de esos insectos acabe atravesando esa
tierna epidermis y, estas pequeñas criaturas ávidas de
conocimiento-juego, tengan la oportunidad de experimentar por primera
vez algo que asociará el resto de su vida con "¡le ha picado una
avispa!".
Emociones. Puede que haya llantos, con o sin gritos... y puede
que alguien que esté al cuidado de esas pequeñas criaturas tenga la
oportunidad de descubrir, a los pocos minutos, lo que significaba tener
alergia a las picaduras de avispas. ¡De primera mano!
En
fin toda una experiencia. Y en el caso más desesperado, siempre podemos
encontrar la manera más ecológica posible de que abandonen educadamente
el ecosistema del huerto.