Durante los últimos meses hemos reconstruido los alcorques de nuestro jardín comunitarios.
Los hemos cavado en profundidad para que las raíces tuviesen más espacio para culebrear; cribado la tierra extraída para eliminar cantos y piedras; añadido tierra nueva traída desde el El campo de Cebada; echado estiércol para alimentarlos.
Finalmente hemos cambiado las tejas por troncos de madera para hacerlos más sólidos ante las inevitables patadas ninja de los locos bajitos, y plantado tulipanes, dalias y gladiolos en su interior.
Después del cóctel de sol, lluvia y mimos, así lucen los alcorques de esta es una plaza.