lunes, 25 de abril de 2022

En nuestra plaza somos más de politikós que de idiotikós

En griego 'privado' se dice ιδιωτικό/ή (idiotikó/í) porque en la Grecia clásica los ιδιώτης (idiotas) eran los ciudadanos que no participaban en la res publica, en el ágora, que era donde se debatían y decidían todos los asuntos públicos.

Porque el 'idiota' (idiotés) era el 'ciudadano particular' que se ocupaba de sus asuntos propios y no de los públicos: no ocupaba cargos ni asistía a las asambleas públicas ni participaba en decisiones que le afectaban.

No participar teniendo derecho era una anomalía incomprensible, o sea, claramente una idiotez.


Del griego πολιτικός (politikós), que significa 'de los ciudadanos' o «del Estado», siendo el adjetivo de πόλις (pólis) que significa 'ciudad' pero también «Estado» ya que la ciudad en la Grecia clásica era la única unidad estatal existente, y era de caracter democrático.


Así los griegos empezaron a llamar a estos temas 'politikoí', en oposición a aquellos personales o privados llamados 'idiotikós'.

Con el tiempo a los hombres que no se preocupaban de los temas concernientes a la «pólis» los llamarían ἰδιώτες (idiotes), que significaba 'ciudadanos privados', luego 'incultos' o 'sin conocimiento de las artes', y por último derivando siglos más tarde en nuestra palabra actual 'idiota'.

Pero claro ahora mismo el término «político» se encuentra también totalmente desvirtuado, haciendo creer a la gente que la «política» es una profesión o carrera. 

Hoy en día nos encontramos con algunos «políticos» que son «idiotes», que desvirtúan la concepción original de servicio al común, obedeciendo solo a sus intereses propios, dejando en mal lugar a los políticos que sí trabajan por el bien común.